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Thursday, March 3, 2011

La música nos separó



La música nos separó



Hola a todos. Mi nombre es Pedro y tengo 22 años. Hace más de un año ya no estoy con mi novia. La perdí. Para siempre. La conocí cuando tenía yo 18 años y ella 15. La primera vez que la vi me enamoré de ella al instante: era un ángel, llena de luz, era hermosa, dulce, inteligente, tierna, cariñosa…perfecta. Empezamos a salir juntos en el mismo grupo de amigos casualmente al pasar casi un año. Yo en todo ese tiempo me había quedado con su imagen en mi cabeza, y eso que sólo la vi de lejos y sabía su nombre por un amigo: se llamaba María. Empezamos a salir como amigos ese verano y todo era estupendo. Ella era muy simpática conmigo, y eso me llenaba de alegría porque nunca ninguna chica había sido así conmigo, ya que yo nunca fui guapo, ni muy listo tampoco. Y ella, tan perfecta, me trataba tan bien, que yo estaba ya como loco por amarla…por tenerla. Y a mitad de ese verano, después que ella se enterara de que yo la quería, aceptó salir conmigo. Nunca fui tan feliz. Estar con ella era el paraíso: sus labios eran lo más dulce del universo, su cuerpo era suave, tierno, exquisito, era amable y bondadosa con todo el mundo…y tenía muchos talentos: bailaba, pintaba, escribía…y cantaba. María tenía una voz de ángel que sobrecogía a quien la escuchara. Era la voz de Dios a través de ella. El don más bello que jamás puede tener alguien: su voz. Pero es contradictorio que algo tan hermoso como esa voz fuera lo que nos terminaría separando… por lo que me la quitaron.
Pasó el tiempo y María y yo éramos felices. Yo sabía que ella me quería, pero no tanto como yo a ella. Yo, aunque mi corazón no quisiera admitirlo, sabía que la pasión y el amor eterno que yo siempre sentiría por ella, ella no lo tenía. Ella me tenía mucho cariño, pero nada más. Y yo tenía ese miedo, el miedo de que algún día se diera cuenta y la perdiera…pero de mientras, ella estaba conmigo, y yo era feliz, y ella estaba protegida, así que todo iba sobre ruedas. Pero llegó un día, en que su talento, tan superior, le llevó a presentarse a unas pruebas para ser cantante de un grupo, cuando nosotros llevábamos como un año y medio de novios. Y era tan buena que no podía ser de otra forma, la cogieron. Era un grupo de chicos jóvenes muy simpáticos. Ella era feliz porque con ellos podría desarrollar este talento tan grande. Ellos me trataban muy bien, yo la acompañaba a los ensayos. Todos me caían muy bien…menos uno. El compositor y el guitarrista del grupo, y se llamaba Juan.

Desde el primer día en que le conocí, ya supe que a él le gustaba María. Lo supe por su mirada, cómo la observaba. Porque la miraba igual que yo al principio: maravillado por ella, extasiado. Además, con el talento de María, sus canciones sonaban tan bien, que el grupo empezó a tener éxito. De un día para otro, pasado un tiempo, María empezó a cambiar. Me evitaba y estaba como pensando en otras cosas. Un día, vino a mi casa con una canción nueva en un papel que Juan le dio para que aprendiera la letra. Y esa canción hablaba de un chico, muy enamorado, con un amor imposible que él no atrevía a confesar. Me enfadé y le dije a María que creía que esa canción era para ella. Pero enseguida me tranquilizó, me dijo que no pensara esas cosas, que eran imaginaciones mías. Pero algo me decía que ella también lo pensaba.

Pasaron pocos días y comenzó el verano, organizándose una fiesta en la playa. Fuimos ella y yo, y nos juntamos con los chicos del grupo, incluido Juan. Y ahí empezó todo: ellos estaban más juntos que nunca: se miraban con timidez, sonreían…había pasión en ellos. María tenía esa pasión por él que no tuvo jamás por mí. Y me puse tan celoso que creía que me moría. La llamé y a gritos nos marchamos de la fiesta. Ella estaba triste, y callada. Y cada uno se fue a su casa.

Al día siguiente, me levanté con un mal presentimiento. La llamé y fui a su casa. Ni siquiera me dejó subir, y me dijo la puerta que lo nuestro había acabado. Yo no podía creerlo: mi vida, mi niña, me dejaba para siempre. Le lloré, le supliqué, pero ella estaba muy segura, aunque también lloró y se la veía triste. Me dijo que deseaba que fuera muy feliz y que encontrara alguien que me quisiera de verdad y no como ella que sólo sentía cariño. Y se fue. Y yo no podía parar de llorar, no pude entrar en mi cuarto hasta que mi familia quitó sus fotos de mis paredes, ya nada valía la pena, mi vida era un infierno sin ella, sin su risa, su dulzura, su estrella, su alegría…ella era mi vida. Estuve una semana sin comer apenas, sin dormir, sin salir a la calle, vinieron amigos a animarme, me decían que lo superaría, que saldría adelante pero yo sabía que sin ella nada iba a volver a ser feliz. Ella era mi felicidad. Y a la semana y pocos días, una amiga me dijo lo que yo ya presentía y tenía tanto miedo a oír.

María y Juan ya estaban juntos. Empezaron a salir justo después de que María terminara conmigo. María le había dicho a esa amiga, también suya, que por fin había encontrado al amor de su vida. Que era absolutamente feliz. Y yo ya no pude aguantar. Me volví loco de ira, rompí cosas de mi cuarto, pedí a Dios que me llevara con él… Pero no pude volver a buscarla, la sola idea me dolía tanto, me dolía tanto saber que me rechazaría, que sabía que moriría si la veía y más si la veía con él. Pero la quería tanto, la deseaba de tal forma que no podía vivir.

Pasó el tiempo y mi familia y amigos me han ayudado a tranquilizarme. Hace más de un año desde todo aquello. Pero no puedo olvidar a María, y jamás lo conseguiré. Ella es el amor de mi vida, eterna, perfecta. Mi mayor deseo es volver con ella, cosa imposible. María y Juan siguen juntos y felices, según me cuentan amigos. El grupo de música tiene mucho éxito y viajan y han hecho muchas cosas ya por el país, y poco a poco van creciendo más.

Me duele tanto pensar en qué harán…en cómo él la tiene y yo no, cómo la besará y tocará, disfrutará de su risa, de su olor, de su conversación, de su voz…y yo aquí, solo y sin ella. Me duele pensar que ella lo ama como nunca me amó a mí, que él es más guapo, más atractivo, alto y con más talento que yo. Me duele pensar en cómo compartirán sus vidas, y sobre todo, me mata el pensar que estarán juntos para siempre, que se casarán, tendrán hijos… porque él estará para siempre tan enamorado de ella como yo, y querrá disfrutar de ella para siempre, cosa que comprendo, ya que es perfecta.

Por las noches, casi todas, los recuerdos me atormentan y me matan, y muchas veces lloro, porque la amo, la amo con todo mi corazón. Quiero volver a verla, y sé que si algún día muero, mi cielo será con ella. No podré estar con ninguna más. No podrá amar a ninguna más. Sólo ella lo es todo…mi ángel, mi vida. Ha pasado mucho tiempo y ella, con su vida llena de felicidad, ya ni se acuerda de mí, pero yo todos los días me maldigo por no ser su objeto de amor, por haberla perdido, por saber que nunca la volveré a tener entre mis brazos, de que es de otro…y yo no puedo hacer nada.

Sólo me queda el consuelo de pensar que sea siempre feliz, y de que nunca pierda la sonrisa de ángel que tiene, de que viva para siempre feliz, de que siga teniendo esa voz que llena de melodía mis sueños, esa voz perfecta y celestial…aunque fuera ella la que nos separara…aunque fue la música lo que nos separó…

(Anónimo)

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