Una historia de amor más allá de la muerte
Me llamo Flavia. Cuando tenia 12 años me enamore por primera vez. Él se llamaba Miguel y era el mejor amigo de mi hermano. Iba mucho a casa. A mí me encantaba y yo a él también. Mi hermano y mi familia nos cargaban mucho, porque se daban cuenta, pero éramos chicos, él tenia 15 años.
Recuerdo que el iba a esperarme a la escuela y me acompañaba, en silencio, hasta llegar a mi casa. Un día se animó y me pidió que fuera su novia. A mí me encantó escucharlo, pero estaba súper nerviosa, las manos me transpiraban y sentía la cara ardiendo de la emoción y la vergüenza. No sabía qué hacer, ni como actuar, me gustaba tanto… Sólo agache la cabeza y seguí caminando. Él iba a mi lado, en silencio, hasta que dijo “decime, por favor, ¿querés ser mi novia?”. Le dije que si, y entre a mi casa corriendo. Era algo lindo pero raro ya que éramos chicos.
Nos seguimos viendo cuando el iba a casa, de a poco tomamos confianza pero no había momentos para estar solos. Una noche, mis papás salieron y yo me quede en casa. Él fue, me dio miedo o vergüenza dejarlo pasar, charlamos afuera y me pidió un beso. Le di un beso en la mejilla y él dijo: “No, así no, como los besos de las novelas”. Me dio algo en el estómago. Era raro, sentía ganas de reírme y de llorar a la vez, y, sola, llegué a la conclusión de que estaba súper enamorada. Le di un beso rápido y entre a mi casa, súper avergonzada pero feliz. Me sentía tan rara, sentía que lo amaba, sentía que tenia alas, me sentía… inmensamente feliz.
A los dos días, él invitó a mi hermano a ir de caza con su papá. Mi hermano se levantó temprano y se fueron. Ese día fue una amiga a casa, le conté de mi “novio” y le dije que se quedara hasta que volvieran él y mi hermano, para que lo conociera. Las horas pasaban y no llegaban, era raro. Mis papás empezaron a preocuparse, pero confiaron en que todo estuviera bien.
Se hizo de noche y mi amiga tenia que irse. Vivía cerca, así que la acompañé hasta la esquina. Cuando íbamos caminando para la esquina, un móvil policial paso despacio por nuestro lado y nos miraban. No le dimos mayor importancia. Llegamos a la esquina y la despedí y volví. Cuando volvía, la policía salía de mi casa. Apuré el paso y, al llegar, encontré a mama llorando. Le pregunté que pasaba. No podía hablarme, me desespere. Me dijo que Miguel estaba muerto, que accidentalmente se había disparado un tiro y estaba muerto. No podía creerlo. Un dolor inmenso, mezclado con confusión, miedo y bronca se apoderaron de mi. Grité mucho, mi mamá me abrazo fuerte, pregunté por mi hermano y me dijo que él estaba bien, pero no quería creerlo, no quería creer que Miguel estaba muerto. Preferí creer que era una confusión.
Decidí esperar a mi hermano y cuando lo vi llegar, desencajado, triste, y destrozado, corrí a él y le pregunte… “¿Miguel está muerto? ¿es verdad que está muerto?”. Me dijo que sí y entró adentro. Me quedé sin palabras, me sentia vacía, corrí a buscar un cuchillo e intente clavarlo en mi estomago, pero no pude, o no quise o, quizá, no tuve el valor de hacerlo.
Hace 16 años de todo aquello, pero, nunca, jamás, logré olvidar a Miguel, a mi primer amor. Siempre lo recuerdo con mucho amor y dulzura y pensando en lo bueno y humilde que era, como persona, un ser extraordinario por dentro y por fuera. Un ser al que nunca voy a lograr olvidar. Mi vida pasó muy rápido. Tuve otras relaciones, me enamoré, lloré, amé… tuve una hija hermosa que tiene 4 años y que es lo mejor que tengo y hoy en dia vivo con ella y mis papas. Pero Miguel, siempre será Miguel, mi primer, dulce y gran amor. Mi vida va a seguir andando y yo voy a seguir viviendo cosas nuevas, pero algún día, cuando Dios lo decida, volveremos a juntarnos para poder vivir nuestro amor mas alla de la muerte.
(Anónimo)
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